Descubriendo el patrimonio: San Pedro de Moreiras

A muy pocos quilómetros de la capital ourensana, en el Concello de Toén, se pueden encontrar numerosos lugares de increíble valor cultural, natural y patrimonial. Uno de ellos, quizá el más conocido de la zona, es la Iglesia de San Pedro de Moreiras. Un lugar que no deja indiferente a quien lo visita y que guarda entre sus muros siglos de arte e historia.
Aunque su apariencia actual responde a las reformas acometidas en el siglo XVIII, el origen de este templo se remonta muchos siglos atrás, hasta los días del románico, probablemente entre los siglos XII y XIII. Hoy, sin embargo, su fachada principal es uno de los mejores ejemplos de la arquitectura barroca en la provincia.
La estructura primitiva fue, según apuntan los historiadores, la de una iglesia de una sola nave rectangular, construida con sólidos muros de sillería y aspilleras que todavía hoy se dejan ver, especialmente en el muro sur. Con el paso del tiempo, el edificio fue creciendo, adaptándose a las nuevas necesidades litúrgicas y estilos arquitectónicos, hasta adquirir la planta de cruz latina que presenta en la actualidad.
Dentro del tempo se pueden encontrar algunos elementos visibles de lo que sería su primera etapa constructiva, como los canecillos tallados, algunos decorados con bustos, cabezas o flores de cuatro pétalos, que pueden observarse en el interior de una capilla lateral. Aunque hoy han sido reubicados, habrían servido como modelo para la cornisa actual que recorre el edificio.
El crucero, cubierto por un cimborrio que se alza sobre el conjunto, marca el centro de un templo que ha sabido combinar diferentes épocas y que ha estado marcado por la transformación a lo largo de los siglos. Dos capillas laterales se abren a ambos lados, dando al conjunto la característica forma de cruz. El presbiterio, ligeramente elevado respecto al resto de la nave, se cubre con una elegante bóveda casetonada que aporta solemnidad al espacio sagrado.
La fachada principal es uno de los elementos que más impresiona al visitante. De estilo barroco, presenta tres cuerpos separados por columnas y está coronada por dos torres de estilo renacentista, desiguales pero armónicas: una con remate piramidal y la otra con cúpula. Entre ambas, una barandilla de piedra centra la composición. La portada, sobria y adintelada, está flanqueada por dobles columnas que refuerzan el aire señorial del conjunto.
El interior de San Pedro de Moreiras tampoco decepciona. Allí se conservan varios retablos de notable valor, siendo el más sobresaliente el altar mayor, una joya del barroco gallego con cinco calles y tres pisos, presidido por una imagen de la Purísima. Frente a este, en la capilla del lado norte, sorprende un retablo gótico de tres calles, cuyas delicadas tallas revelan un gran dominio artístico y hacen de este rincón uno de los más especiales del templo.
San Pedro de Moreiras es mucho más que una iglesia rural. Es una lección de historia en piedra, un testimonio vivo de cómo la arquitectura sagrada ha sabido dialogar con el tiempo, adaptándose sin perder su esencia. Un lugar donde el románico susurra bajo capas de barroco, y donde cada visita invita a descubrir un nuevo detalle escondido en sus muros.