El Museo de la Emigración a Guinea Ecuatorial de Quintela de Leirado: un espacio para recuperar la historia y la memoria colectiva

Pablo Pérez, director del museo, explica cómo surgió este espacio que hoy guarda la historia de cientos de vecinos que se vieron obligados a dejar su tierra en busca de una nueva vida
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10 Aug 2025

En Quintela de Leirado, como en muchos puntos de Galicia, las décadas de los años 40 y 50 estuvieron marcadas por la emigración. “La Guerra Civil —explica Pablo Pérez, director del Museo de la Emigración a Guinea Ecuatorial— dejó una profunda crisis económica, y después llegó la Segunda Guerra Mundial. Para mucha gente, marcharse era la única opción para tener una vida mejor”.

A diferencia de otras zonas de Galicia, aquí el destino mayoritario no fue América, sino Guinea Ecuatorial. La historia comenzó en 1896, cuando un vecino de A Mourisca salió con la idea de emigrar a Brasil, pero acabó en Fernando Poo. “Escribió cartas a familiares y amigos animándolos a ir. Decía que se vivía bien, que había trabajo y buenas condiciones. Así empezó todo”, cuenta Pérez.

Viajar hasta Guinea no era fácil. “El trayecto podía durar un mes, combinando caminar, carro, coche, autobús, tren, barco y, más tarde, avión”, recuerda. Una vez allí, los vecinos de Quintela de Leirado encontraban una realidad distinta. “Era territorio español, pero era otro mundo: clima tropical, salarios que podían ser ocho o nueve veces más altos que aquí, y puestos siempre de responsabilidad. El más bajo era encargado de una plantación”, explica el director del museo. La mayoría trabajaba en el cacao y el café, aunque también hubo quienes se dedicaron a la madera, la construcción, el comercio o la administración.

Los años 60 fueron la etapa de mayor prosperidad. “Muchas familias iban enteras, porque la vida había mejorado mucho y había tiempo de ocio: cine, casinos, bailes… era impensable aquí en aquella época”, señala Pérez.

Todo cambió en 1968 y 1969 con el proceso de independencia. “El 4 de abril de 1969 los últimos emigrantes llegaban a Barajas. Muchos tuvieron que salir con lo puesto, dejando todo atrás: propiedades, amistades, recuerdos e incluso familiares enterrados allí”, relata. El regreso tampoco fue sencillo. “En el medio rural seguía habiendo pocas oportunidades. Algunos montaron negocios con los ahorros, pero para muchos, la emigración volvió a ser la única salida”, dice.

El Museo de la Emigración, inaugurado en Quintela de Leirado, nació para conservar esta memoria. “Aquí el 80% de la población tuvo familiares en Guinea. Recogimos más de cinco mil fotos y testimonios orales que cuentan cómo era la vida allí: desde el viaje hasta el trabajo, el tiempo libre o el proceso de independencia”, explica.

La idea de crearlo, dice, nació de recuerdos de infancia. “Desde pequeño era habitual escuchar nombres como Fernando Poo. No solo en mi casa, sino también en los bares y en las conversaciones de los vecinos. En mi familia teníamos un bar, y allí se contaban historias que, con el tiempo, fui valorando como un pequeño tesoro colectivo”.

El museo, único en Europa dedicado a este fenómeno migratorio, también recoge elementos singulares como el “pichinglis”, la lengua franca que se usaba en las plantaciones. “Tenemos un diccionario y grabaciones de vecinos hablándolo. Es una historia única y no podía quedar olvidada”, afirma.

El museo fue posible gracias a la implicación del pueblo, así como al apoyo de la Diputación y del Concello. “Nació como una iniciativa mía, pero solo fue posible gracias al apoyo de la Diputación y del Concello, y a la implicación de muchos vecinos que cedieron fotografías, objetos y recuerdos. Para mí es un orgullo haber contribuido a preservar esta parte tan singular de nuestra historia. Recogimos cientos de testimonios orales y más de cinco mil fotografías, de las que seleccionamos una parte para la exposición”.

“Cuando fui consciente de su importancia —añade—, y dado que en aquella época estaba en la Diputación, decidí aprovechar la posibilidad de hacer algo para conservarla”.

Así, gracias a la implicación de la vecindad, el museo abrió sus puertas en el año 2021 como un espacio para preservar la memoria colectiva del lugar.

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