Inma Soto: “Escribo, pienso y siento en gallego”

Por Raquel Pérez
Educadora ambiental y narradora comprometida con el territorio, Inma Soto es la creadora de 'Xela, a superheroína da aldea', un personaje con el que quiso acercar a la infancia la lengua gallega y el amor por la naturaleza. En un relato que mezcla fantasía y compromiso, Xela se convierte en un símbolo del orgullo rural y en una herramienta educativa para cuidar y valorar nuestro entorno. Hablamos con Soto sobre el proceso creativo, su vínculo con la tierra y la importancia de mantener viva la lengua desde la infancia.
Para quien no te conozca. ¿Quién es Inma Soto y quién es Xela?
Pues en mi página web, que acabo de estrenar, hay unas líneas descriptivas que definen mi labor: educación, lengua y naturaleza. Para mí, las tres están unidas. Creo que el enriquecimiento de una favorece a las otras. Una naturaleza bien cuidada, rica y protegida necesita palabras que la describan. Necesitamos nuestras propias palabras. Y Xela fue la excusa para acercar nuestra naturaleza y nuestra lengua a la infancia de una forma amable y a través de una figura femenina que yo quería que tuvieran como referente. Quería que fuese una niña del rural y que hablase en gallego, que ayudase a conocer nuestra propia cultura, nuestra naturaleza y nuestro patrimonio natural y cultural.
Tu trayectoria siempre ha estado ligada a la naturaleza. Primero estudiaste Ciencias del Mar y luego Gestión Medioambiental en Xinzo. Imagino que eso tiene mucho peso en Xela.
Los caminos que fui tomando en mi formación siempre estuvieron muy relacionados con la divulgación o la educación ambiental. Desde el inicio me di cuenta de que la forma más amable de trasladar ciertos conocimientos o contenidos a la infancia era mediante dinámicas lúdicas, a través del cuento y la narración, siempre de forma divertida y dinámica para ellos y ellas.
¿Cómo fue el proceso creativo de Xela?
Dentro de esas actividades de educación ambiental que desarrollaba, siempre intentaba entrar en las aulas de forma divertida y dinámica, con juegos y actividades, pero es cierto que seguía un modelo más expositivo, casi unidireccional. Pero hubo un año, en 2017, cuando los incendios arrasaron Ourense, en el que creé un cuento llamado “Ti contas” para poder explicar lo que había pasado de una manera más amable. Aun así, salía de las aulas algo frustrada. Yo quería que, al terminar mi actividad, el alumnado quisiera saber más, que tuviera ganas de explorar. Quería que se dieran cuenta de lo afortunados que somos por lo que tenemos. Así que le di una vuelta a aquella historia inicial para enfocarla desde lo positivo, que creo que también forma parte de nuestro carácter como gallegas y gallegos. Y entonces decidí crear a Xela, una protagonista orgullosa de lo que tiene, de la naturaleza que la rodea, que es la que le permite desarrollar sus habilidades especiales, la que le da sus superpoderes. Quería que se emocionaran con lo que les rodea, con todos los recursos que tenemos en este país, igual que lo hace Xela.
Así que creaste una heroína rural.
Exactamente. También quería rendir homenaje a las niñas y niños que ya viven en el rural, porque son imprescindibles para custodiar y proteger nuestro territorio. Por un lado eso, que los niños y niñas de las aldeas se sintieran representados y orgullosos de lo que tienen, y por otro, también crear un poco de “envidia” —por decirlo así— en quienes viven en la ciudad. Es decir, que los niños y niñas de las ciudades quieran y sientan el rural, que tengan ganas de conocerlo y cuidarlo. Al final, el territorio es de todos y todas, aunque vivas en la ciudad.
¿Y qué les enseñas a los niños para que aprendan a cuidar del territorio?
Hay muchas formas de apoyar al rural, incluso con nuestros hábitos de consumo: comprando productos locales, artesanía... Hay muchas maneras de apoyar el rural aunque no vivas en él, y eso es algo de lo que tenemos que tomar conciencia.
¿Cuán importante es aprender a valorar la lengua desde pequeños?
Muchísimo. Las personas que tienen la suerte de aprenderla en casa son afortunadas. La lengua siempre es un factor de enriquecimiento, y si es la propia, aún más. Necesitamos escribir y expresar nuestra realidad a través de la lengua. Necesitamos palabras para nombrar nuestros montes, nuestros bosques, nuestra gastronomía. Tenemos refranes, canciones, cuentos... La lengua es la que nos permite entendernos dentro de este mundo.
Y Xela, de alguna forma, ayuda a mantener viva la lengua entre los más pequeños...
Sí... Lo que está ocurriendo ahora es algo bastante antinatural. Escuchamos gallego en casa —quienes tenemos esa suerte—, pero luego llegamos al colegio y, durante varios años, el gallego desaparece. No voy a entrar en las razones, pero es lo que pasa. Solo por voluntad propia, pasados unos años, logramos recuperarlo. Pero es una decisión que se toma con cierta militancia. Tenemos que esforzarnos por recuperar la lengua que nos pertenece. Me parece injusto que nos la roben en una etapa de la vida que además coincide con la infancia y la adolescencia, justo cuando nos estamos construyendo como personas. Me parece hermoso tener palabras que describan nuestro mundo concreto. El gallego es uno de mis pilares básicos, al mismo nivel que la naturaleza o la narración. Escribo, pienso y siento en gallego. Forma parte de lo que soy. Y, por supuesto, Xela está orgullosa de su lengua.
¿Habrá una nueva aventura de Xela?
Al final, es un cuento autoeditado, autodistribuido, todo hecho por mí. Es una inversión muy grande para una sola persona. Esta Navidad salió la segunda aventura. Tengo que ir paso a paso, disfrutando de cada momento. Me gustaría que hubiese tres. Me parece un número muy bonito, y además es el número de los cuentos. Es un número mágico. Me encantaría. La primera parte tuvo mucho tirón, sobre todo en las escuelas. Gustó mucho, no solo a las familias, también se usó mucho a nivel educativo, por eso estoy pensando en sacar una quinta reedición. Aún no lo sé. Quiero que Xela perdure, y me encanta el camino que está tomando.
Este mes, la Diputación de Ourense te ha dedicado el 8M Mes a Mes de mayo. Supongo que fue una buena sorpresa.
Fue un regalo totalmente inesperado, estoy inmensamente agradecida. Que lo hicieran en el mes de las letras, además, es muy simbólico. Es un mes muy bonito para mí.