Un proyecto con base en Ourense da voz a las personas que viven en zonas de alto riesgo de incendios forestales

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El estudio se basa en un centenar de entrevistas con una amplia representación social, desde agricultores y ganaderos hasta brigadistas, activistas y autoridades locales
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Imagen del incendio de Chandrexa de Queixa
8 Dec 2025

El proyecto europeo Storcito, liderado por la Universidad de Vigo, ha presentado un estudio cualitativo que recoge la visión de las personas que viven, trabajan y gestionan el territorio en zonas de alto riesgo de incendio forestal en Galicia. El trabajo buscó “dar voz” a estos colectivos para identificar sus principales preocupaciones, entre las que destacan el monocultivo forestal, la pérdida del paisaje en mosaico, el abandono de tierras, el envejecimiento poblacional y la desaparición de las prácticas agroganaderas tradicionales, factores que aumentan la acumulación de biomasa y elevan el riesgo de incendios.

Los resultados se expusieron esta semana en una jornada celebrada en el Centro Integral de Lucha contra el Fuego en Toén, dentro del proyecto Firepoctep+, coordinado por Juan Picos, profesor de la Escuela de Ingeniería Forestal de la Universidade de Vigo en Pontevedra. En este encuentro participaron expertos de España y Portugal, que analizaron innovaciones, buenas prácticas territoriales y oportunidades de financiación europea para la prevención y extinción de incendios.

María Isabel Doval, investigadora y coordinadora de Storcito, explicó que el estudio se basa en un centenar de entrevistas con una amplia representación social, desde agricultores y ganaderos hasta brigadistas, activistas y autoridades locales, y defendió que “escuchar es el primer paso para prevenir”. Entre las demandas más urgentes destacan la necesidad de reforzar la participación local en la gobernanza y en la elaboración de planes de riesgo, adaptar la normativa a la realidad rural y apoyar la innovación y el aprovechamiento multifuncional del monte.

El estudio también refleja una percepción generalizada de inseguridad y falta de preparación en la población, con escasa cultura de autoprotección y falta de coordinación institucional. Asimismo, apunta a diferencias generacionales y territoriales: mientras las personas mayores conocen la gestión tradicional del territorio, los jóvenes y la población periurbana suelen carecer de una conciencia clara del riesgo, lo que limita la capacidad colectiva de respuesta.

La investigadora subraya la necesidad de fomentar una cultura preventiva desde el sistema educativo, con formación continua para docentes y recursos adaptados, así como un apoyo integral postincendio que incluya acompañamiento psicológico y técnico.

Este estudio forma parte del proyecto Storcito, que cuenta con casi 4,9 millones de euros de presupuesto y agrupa a once socios de cinco países con el objetivo de impulsar la innovación multidisciplinar en la gestión sostenible y la prevención de incendios en zonas rurales europeas.

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